Discurso de la Excma. Alcaldesa de Alicante para la inauguración de la calle Escultores Hermanos Blanco el 31 de marzo de 2014

01.04.2014 08:33

INAUGURACIÓN CALLE HERMANOS BLANCO

(31-03-2014)

 

Estimado Adrián Santos Pérez, Concejal de Estadística.

 

            Familiares de Rafael y Fulgencio Blanco.

 

            Compañeros de Corporación y Autoridades.

 

Representantes del Colectivo de la Semana Santa alicantina y de las Hogueras de San Juan.

 

            Asistentes y amigos.

 

            Buenos días y muchas gracias por su presencia.

 

Seguro que en muchas ocasiones, caminando por nuestras calles, se han quedado mirando el nombre de una avenida o una plaza, y han pensado: “¿Quién fue está persona?” Puede ser, incluso, que en algún momento dijeran: “¿Debería saber, como alicantino, quién fue o qué hizo?” Y es verdad. Cada uno de esos nombres tiene una historia y un sentimiento que le han ayudado a lograr que un espacio colectivo, sea cual fuere, lleve su nombre para la posteridad y obtenga un reconocimiento público.

Nuestras calles son el subconsciente de Alicante, sus pisadas y su recuerdo; son algo que nos sobrevive y que portan, como los pasos de Semana Santa, nuestros sollozos y nuestras canciones. Supongo que al principio todo era más sencillo: el nombre de la calle venía por su aspecto, por algo misterioso o algo memorable que en ella ocurrió. Sólo eso bastaba para que en adelante se llamase de una forma u otra al lugar donde nuestra casa y las de nuestros vecinos estaban enclavadas.  Pero Alicante creció y se ensanchó. Y al mismo tiempo que perdíamos aquella tradición más cercana al ´chascarrillo` que a la propia historia, ganamos la imperiosa necesidad de recordar a los hombres y mujeres que fueron importantes, verdaderamente importantes para nosotros, en algún momento de nuestro pasado.

 

La calle que hoy rotulamos a la memoria de Rafael y Fulgencio Blanco, pertenece a este último grupo. Dos escultores y dos artistas que bien se merecen su nombre a nuestras pisadas, a nuestro aplauso unánime y a nuestra admiración sincera. Para mí sería muy sencillo glosar sus diferentes aspectos como personas, como alicantinos y como maestros escultores del ´fuego` y de la ´pasión`; todo ello, en cualquiera de sus diferentes facetas, sería más que suficiente para merecer el alto honor que esta mañana les dispensamos. Pero al mismo tiempo que haría justicia con su recuerdo, mis palabras podrían correr el riesgo de perder ese sentimiento personal que sólo volcamos en los grandes momentos y en las ocasiones que nuestra admiración prevalece por encima de formalidades.

 

Es cierto que, año tras año, casi sin saberlo, nos acercamos a la figura de los hermanos Rafael y Fulgencio. Lo hacemos cuando vemos procesionar a la ´Samaritana`, al ´Cristo de la Paz` o al ´Cristo del Perdón`; cuando caminamos, de forma algo más pausada, por entre los mausoleos y panteones del Cementerio Municipal; cuando se acercan las Hogueras de San Juan y cambiamos la solemnidad de la Semana Santa por el espectáculo más lúdico del estruendo y la música; incluso lo hacemos cuando rememoramos nuestra infancia y revivimos aquellas primeras muñecas y peluches de ´BERJUSA`. Porque, como he dicho, su labor fue tan amplia y fascinante como perdurable en el tiempo.

 

Pero si la mejor forma de honrar la memoria de un héroe o de un gran hombre es imitarle en sus acciones, la mejor forma de honrar la memoria de los dos artistas que hicieron grande nuestra ciudad a través de algo tan inusual como es la cultura, es rotulando una calle en el barrio y en la ciudad que los vio crecer, desarrollarse personal y profesionalmente y, desgraciadamente, partir. Aquí estamos y así lo hacemos.

 

 

Si una nueva calle ha de convertirse siempre en un bello y apropiado homenaje, no menos destacado es pensar en el futuro de un Alicante incapaz de olvidar a quienes lo encumbraron en disciplinas tan  milenarias y humanas como es el arte. Pues, como dijo alguien en una ocasión, “a ellos debemos la conservación de retazos entrañables de nuestra Historia”. Sólo esperamos transmitir a las nuevas generaciones el gusto por el arte, y la experiencia de conocer de cerca el gran trabajo de estos insignes escultores.

 

Mi enhorabuena a sus descendientes.

 

Muchas gracias y buenos días.